Hola! Mi nombre es Héctor Garza y soy alcohólico.
Esas son las palabras que uno piensa en broma y que desde luego no tiene pensado decir.
Después de tomar 30 cervezas en un día, y de haber tomado al menos un six por años, me di cuenta de que soy alcohólico. Uno le trata de poner otros nombres a esa enfermedad: Que es porque no me pongo pedo porque tengo mucho aguante; que tomo lo que tomo porque simplemente no me pongo pedo, etc.
La verdad es que nunca me puse pedo en los años en que tomé cerveza. Al principio sólo me tomaba 2 cheves. Pasó mucho tiempo para que me pudiera tomar 3... pero cuando lo hice todo fue cuesta arriba, 4, 5; 6 cheves se convirtió en la norma diaria. Los fines de semana eran de al menos un doce. Liego pasé de un seis diario a unas 8 o 9.
Pasé de ser una persona con buenísimas calificaciones a un alumno simplón. Mi pasión por la escritura desaparecía a medida que aumentaba la cantidad de alcohol en la sangre. Mi cerebro se estaba quemando y no hacía nada para detener el fuego.
Y así seguí.
Luego conocí a mi ahora esposa y el noviazgo hizo que la cantidad de cerveza disminuyera a "sólo" un seis.
Mi entonces novia nunca me dijo algo al respecto... lo cual agradezco, pues era obligación mía el darme cuenta de lo que me estaba haciendo. Si ella me hubiera dicho algo, yo me hubiera refugiado en "nunca me vas a ver pedo pues dejo de tomar al primer indicio de malestar" (lo anterior sí se lo dije en varias ocasiones como simple sentimiento de culpa), obscuro refugio del que no hubiera salido jamás.
El tiempo pasó, las cheves siguieron, y mi cuerpo dijo "no más".
Dejé de tomar debido a una intoxicación con alimentos, y fue entonces que mi dependencia por el alcohol salió a flote. Lo que le pasa a mi cuerpo se lo quiero achacar a la intoxicación... pero en mi interior sé que son secuelas por el alcoholismo. Temblorinas, mal humor, dolores de cabeza. Cosas que debo afrontar para salir adelante.
Mi alma está llena de cicatrices... sé que sanarán.
Y ahora que estoy sentado frente a u enorme ventanal, me doy cuenta de lo bello que es allá afuera. El sol ilumina interminables hileras de magueyes...
Este es el momento de salir de la cueva del alcoholismo.
Y le digo Amén a eso.